Ética y psicología: un pensamiento no es suficiente: ¿por qué castigamos la negligencia?
Zarin, A. y Cushman, F.A. (2022, 7 de noviembre).
https://doi.org/10.31234/osf.io/mj769
Abstracto
¿Por qué castigamos la negligencia? Los principales informes atribuyen el castigo por negligencia a la consecuencia de otros fenómenos bien conocidos: sesgo de resultado, inferencia de carácter o una decisión deliberada de no ejercer la diligencia debida. Si bien cubren muchos casos importantes, estas explicaciones dejan de lado otros. Argumentamos que, además de estos fenómenos, hay algo fundamental y único en el castigo de la negligencia como tal: las personas responsabilizan directamente a otros por no haber traído a la conciencia información que les ayudaría a evitar riesgos graves. En otras palabras, asumimos que la negligencia es inherentemente una falta de pensamiento. Con base en la literatura actual sobre psicología moral, sugerimos que a las personas les resulta natural castigar tales fallas, incluso si no son el resultado de una elección consciente y volitiva. Luego, basándonos en la literatura sobre cómo vienen a la mente los pensamientos, argumentamos que castigar a una persona por olvidar le ayudará a recordar en el futuro. Esto nos permite echar un nuevo vistazo a la estructura y función de nuestra tendencia a castigar la negligencia.
Conclusión
¿Por qué castigamos la negligencia? Los psicólogos y filósofos han ofrecido tradicionalmente dos respuestas: sesgo de resultado (respuesta punitiva debido al daño causado) y falta de cuidado (respuesta punitiva debido a una elección deliberada previa que hizo posible la negligencia). Sin duda, estos factores contribuyen en muchos casos y son consistentes con los modelos psicológicos que postulan la causalidad y la intención como determinantes principales del castigo (Cushman, 2008; Laurent et al., 2016; Nobes et al., 2009; Shultz et al., 1986). Otra posible explicación basada en modelos de juicio moral basados en el carácter (Gray et al., 2012; Malle, 2011; A. Smith, 2022; Sripada, 2016; Uhlmann et al., 2015) es que la negligencia habla de una preocupación insuficiente por los demás. .
Cada uno de estos modelos intenta «explicar» la negligencia como resultado de otras partes más comprensibles de nuestra psicología moral. Sin embargo, hemos argumentado que hay algo fundamental y único acerca de la negligencia en sí misma: las personas simplemente responsabilizan a otros por olvidar (o, más ampliamente, no recordar) cosas que los harían desempeñarse mejor. En otras palabras, en esencia, el descuido es un error de pensamiento: una falla en generar conocimiento disposicional relevante en el momento adecuado.
Nuestra tarea, entonces, es explicar los principios de diseño que subyacen a este mecanismo de juicio moral. Si responsabilizamos directamente a las personas por sus errores de pensamiento, ¿para qué sirve eso? Para responder a esta pregunta, recurrimos a la literatura sobre cómo vienen los pensamientos a la mente. Ofrece un modelo de cómo ocurre la negligencia y por qué el castigo por tal olvido involuntario es adaptativo. El valor determina qué acciones, resultados y conocimientos vienen a la mente. En particular, las acciones vienen a la mente cuando son de alto valor, los resultados cuando son de alto valor absoluto y otros tipos de estructuras de conocimiento cuando hacen una contribución valiosa a la tarea en cuestión. Después de elegir y realizar la acción, la persona recibe varios tipos de retroalimentación positiva y negativa: ambiental, social e interna. Todo tipo de retroalimentación cambia el valor de las acciones, los resultados y otras estructuras de conocimiento. De esta manera, el valor y la retroalimentación forman un ciclo que se refuerza a sí mismo: el valor determina lo que viene a la mente y la retroalimentación (recompensas y castigos) actualiza el valor.