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¿Son algunas culturas más conscientes de sus juicios morales que otras?

Son algunas culturas mas conscientes de sus juicios morales que

La investigación intercultural sobre los pensamientos morales ha puesto de relieve la cuestión de si los juicios morales se basan siempre en inferencias sobre los estados mentales de los demás. Los sistemas judiciales formales de culpa y castigo suelen hacer distinciones detalladas sobre los estados mentales, como lo ilustra el concepto de mens rea, y los estudios experimentales en los EE. UU. y en otros lugares sugieren que los juicios morales cotidianos también usan tales distinciones. Por otro lado, los antropólogos han sugerido que algunas sociedades tienen una moral que hace caso omiso de los estados mentales y han proporcionado evidencia etnográfica y experimental en apoyo de esta afirmación. Aquí argumentamos en contra de la afirmación de que algunas sociedades simplemente tienen menos «mentalidad» que otras en lo que respecta a la moralidad. En lugar de esta hipótesis de los principales efectos culturales sobre el papel de la lectura de la mente en la moralidad, proponemos una visión de variabilidad contextual, en la que el papel de los estados mentales en el juicio moral depende del contexto y las razones del juicio. Desde este punto de vista, qué estados mentales son relevantes para un juicio o no son específicos del contexto, y los efectos culturales aparentemente principales pueden explicarse mejor mediante interacciones específicas de la cultura.

Desde la sección «Resumir»

Nuestra crítica de las teorías CME, en nuestra opinión, se aplica a muchas áreas, no solo al juicio moral. Las dimensiones de las diferencias culturales como la dimensión «colectivista/individualista» pueden capturar algunos pequeños efectos principales de las diferencias culturales, pero sospechamos que el colectivismo/individualismo es un parámetro que puede revertirse contextualmente dentro de las sociedades en una medida mucho mayor de lo que varía a medida que el efecto principal en las sociedades. Por ejemplo, podemos ser colectivistas dentro de la familia, pero individualistas en el trabajo. También sugerimos que hay contextos en todas partes en los que los propios estados mentales pueden verse como moralmente irrelevantes y otros en los que este no es el caso. Dichos juicios varían no solo según el contexto, sino también según la persona y el tiempo.

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Por lo tanto, argumentamos en contra de considerar la lectura de la mente como un recurso escaso en algunos lugares y abundante en otros. En cambio, deberíamos verlo como un recurso omnipresente, cuyo uso para el juicio moral depende de una variedad de factores, incluidas las normas sociales, pero lo más importante, las razones por las cuales las personas emiten juicios.

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