AI no robará su trabajo, lo hará sin sentido
Juan Danaher
iainews.com
Publicado originalmente el 18 de marzo de 22
A menudo se dice que las nuevas tecnologías corren el peligro de hacer que los humanos sean redundantes, reemplazándolos con robots e IA, y haciendo que el trabajo desaparezca por completo. Podría resultar en una crisis de identidad y propósito, pero los magnates de Silicon Valley nos aseguran que un ingreso básico universal podría al menos satisfacer las necesidades materiales de las personas, dejándoles mucho tiempo libre para forjar nuevas identidades y encontrar nuevas fuentes de propósito.
Sin embargo, esto pinta una imagen demasiado simplificada. Lo que es más probable es que las nuevas tecnologías no hagan que las personas sean despedidas en masa, sino que cambiarán la naturaleza del trabajo, lo empeorarán para muchos y erosionarán los elementos que le dan significado y propósito. Es lo peor de ambos mundos: seguiremos trabajando, pero nuestros trabajos serán cada vez más insignificantes.
La historia tiene algunas lecciones que enseñarnos aquí. Históricamente, la tecnología ha tenido un profundo impacto en el trabajo, no solo en la forma en que realizamos nuestro trabajo diario, sino también en cómo entendemos su valor. Considere el humilde arado. En su forma más simple, es una herramienta manual que consiste en poco más que un palo puntiagudo que cava un surco en el suelo. Esto ayuda a un agricultor a sembrar semillas pero hace poco más. A partir de la Edad Media, sin embargo, los agricultores del norte de Europa utilizaron arados más complejos y «más pesados». Estos pesados arados retorcieron y removieron la tierra, sacando tierra fértil a la superficie y cambiando radicalmente la productividad agrícola. La agricultura ya no era sólo para la subsistencia. Empezó con la generación de riqueza.
El razonamiento de cómo el arado pesado cambió la naturaleza del trabajo fue presentado por el historiador Lynn White Jr. en su estudio clásico Tecnología medieval y cambio social. Argumentando en el lenguaje de principios de la década de 1960, argumentó: “Ya no se puede imaginar un cambio más fundamental en la noción de la relación del hombre con el suelo: una vez que el hombre era parte de la naturaleza; ahora se convirtió en su explotador.”
Es fácil trazar una línea desde el desarrollo del arado pesado hasta nuestra comprensión moderna del trabajo, aunque a través de desvíos a través del mercantilismo renacentista y la revolución industrial. Aunque el trabajo sigue siendo una necesidad económica para muchas personas, no es solo eso, es algo más. No lo hacemos simplemente para sobrevivir; lo hacemos para prosperar. A través de nuestro trabajo podemos establecernos en un determinado estilo de vida y afirmar una determinada identidad. Podemos desarrollar el dominio y cultivar la autoestima; Hacemos una contribución a nuestra sociedad y nos hacemos un nombre.