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Privacidad y ética digital después de la pandemia

Privacidad y etica digital despues de la pandemia

carissa veliz

NaturalezaElectrónica

VOLUMEN 4 | enero 2022, 10, 11

La pandemia de coronavirus ha cambiado permanentemente nuestra relación con la tecnología, acelerando el impulso hacia la digitalización. Si bien este cambio ha traído ventajas, como mayores oportunidades para trabajar desde casa e innovaciones en el comercio electrónico, también ha estado acompañado de grandes inconvenientes,

que incluyen un aumento de la desigualdad y dinámicas de poder indeseables.

Las asimetrías de poder en la era digital han sido una preocupación desde que las grandes tecnológicas se hicieron grandes. Los tecnófilos a menudo han argumentado que si los usuarios no están satisfechos con los servicios en línea, siempre pueden optar por no participar. Pero optar por no participar no se ha sentido como una alternativa significativa durante años por al menos dos razones.

Primero, el costo de no usar ciertos servicios puede representar una desventaja competitiva, desde no ver un anuncio de trabajo hasta no tener acceso a herramientas útiles que usan los colegas. Cuando una plataforma se vuelve demasiado dominante, pedirle a la gente que no la use es como pedirles que se abstengan de participar plenamente en la sociedad. En segundo lugar, las plataformas como Facebook y Google son inevitables: nadie que tenga una vida en línea puede alejarse de ellas de manera realista. Los anuncios de Google y sus rastreadores se deslizan por gran parte de Internet, y Facebook tiene perfiles en la sombra de los internautas, incluso cuando nunca han tenido una cuenta en la plataforma.

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Razones para el optimismo

A pesar de las tendencias relacionadas con la privacidad y la ética digital durante la pandemia, hay razones para ser cautelosamente optimistas sobre el futuro. En primer lugar, los ciudadanos de todo el mundo sospechan cada vez más de las empresas de tecnología y gradualmente les exigen más. En segundo lugar, existe una conciencia cada vez mayor de que la falta de privacidad arraigada en las aplicaciones actuales implica un riesgo para la seguridad nacional, lo que puede motivar a los gobiernos a actuar. En tercer lugar, el presidente estadounidense, Joe Biden, parece ansioso por colaborar con la comunidad internacional, a diferencia de su predecesor. Cuarto, los reguladores en los EE. UU. están investigando seriamente cómo reducir el poder de la tecnología, como lo demuestra la demanda antimonopolio del Departamento de Justicia contra Google y la demanda antimonopolio de la Comisión Federal de Comercio (FTC) contra Facebook. Amazon y YouTube también han sido objeto de una investigación de privacidad por parte de la FTC. Con las discusiones sobre una ley federal de privacidad cada vez más común en los EE. UU., no sería sorprendente ver tal desarrollo en los próximos años. La regulación tecnológica en los EE. UU. podría tener un efecto dominó significativo en otros lugares.

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