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Autoengaño en psicología: significado y ejemplos

La investigación sobre el autoengaño en psicología muestra que es relativamente fácil que las personas se engañen a sí mismas si están motivadas.

El autoengaño, es decir, mentirnos a nosotros mismos, parece ser lo último que debemos hacer.

Seguramente el autoengaño es contraproducente, y el objetivo debería ser la autoconciencia total.

¿Como dispararte tranquila y deliberadamente en el pie, o tomar un tenedor de tostadas caliente y clavártelo en el ojo?

Pero mira a tu alrededor y no es difícil ver síntomas evidentes de autoengaño en otras personas.

Entonces, ¿tal vez nosotros mismos también estamos practicando el autoengaño de formas de las que no somos claramente conscientes?

Pero, ¿es realmente posible, y realmente creeríamos las mentiras que nos «dijimos» a nosotros mismos?

Esto es lo que Quattrone y Tversky (1984) exploraron en un experimento clásico de psicología social publicado en el Journal of Personality and Social Psychology.

Ejemplos de autoengaño

Cualquier estudio sobre el autoengaño incluirá una buena cantidad de mentiras, y este estudio no es una excepción.

Reclutaron a 38 estudiantes a quienes se les dijo que iban a participar en un estudio sobre los «aspectos médicos y psicológicos del atletismo», sin mencionar el autoengaño.

No es cierto, de hecho, los investigadores iban a engañar a los participantes para que pensaran que cuánto tiempo podían sumergir sus manos en agua fría era un indicador de su salud, cuando en realidad mostraba cuán abiertas estaban las personas al autoengaño.

Así es como lo hicieron.

Experimento

Primero se les pidió a los participantes que remojaran sus manos en agua fría todo el tiempo que pudieran.

El agua estaba bastante fría y la gente solo aguantó 30 o 40 segundos.

Luego, a los participantes se les dieron varias otras tareas para hacerles creer que realmente estaban participando en un estudio sobre atletismo.

Montaron una bicicleta estática y dieron una breve conferencia sobre la esperanza de vida y cómo se relaciona con el tipo de corazón.

Les dijeron que hay dos tipos de corazón:

  • Corazón tipo I: asociado con una peor salud, una esperanza de vida más corta y enfermedades del corazón.
  • Corazón tipo II: asociado con una mejor salud, una mayor esperanza de vida y un menor riesgo de enfermedad cardíaca.

A la mitad se les dijo que las personas con corazones tipo II (obviamente el tipo «mejor») habían aumentado la tolerancia al agua fría después del ejercicio, mientras que a la otra mitad se les dijo que la tolerancia al agua fría había disminuido.

Excepto, por supuesto, que todo esto era una mentira, inventada solo para que los participantes pensaran que cuánto tiempo pueden mantener su mano bajo el agua es un indicador de su salud, mientras que la mitad piensa que la resistencia a las heladas es una buena señal. – en lo malo. signo.

Ahora es el momento de la prueba: los participantes una vez más intentaron sumergir sus manos en agua fría durante todo el tiempo que pudieron.

El siguiente gráfico muestra los resultados promedio antes y después de todas las mentiras (¡en nombre de la ciencia, por supuesto!):

gráfico_col2

Como puede ver, la manipulación experimental tuvo un fuerte impacto.

Las personas que creían que mantener las manos bajo el agua por más tiempo era un signo de un corazón sano lo hicieron, mientras que aquellos que de repente creían lo contrario no podían soportar un resfriado.

Todo esto está muy bien, pero ¿estas personas realmente se mintieron a sí mismas o solo a los experimentadores y creyeron estas mentiras?

Resultados de la investigacion

Después de sumergir sus manos, se le preguntó a cada participante si cambió intencionalmente la cantidad de tiempo que mantuvo sus manos bajo el agua.

De los 38 participantes, 29 lo negaron y 9 lo admitieron, pero no directamente.

Muchos de los 9 confesores afirmaron que el agua cambió la temperatura.

Ciertamente no lo era, era solo una forma en que las personas justificaban su comportamiento sin confrontar directamente su autoengaño.

Luego se preguntó a todos los participantes si pensaban que tenían un corazón sano o no.

De los 29 denarios, el 60 por ciento pensó que tenía un tipo de corazón más saludable.

Sin embargo, de los confesores, solo el 20 por ciento pensó que tenía un corazón más sano.

Esto sugiere que lo más probable es que los negacionistas se engañaran a sí mismos en lugar de simplemente tratar de ocultar sus verdades a medias.

Realmente pensaron que la prueba les decía que tenían un corazón sano.

Mientras tanto, los confesores intentaron mentirle al experimentador (¡parece que esto es justo!), pero la mayoría admitió para sí mismos que se estaban engañando a sí mismos.

Niveles de autoengaño

Este experimento es bueno porque muestra varias gradaciones de autoengaño, hasta su forma más pura, cuando las personas logran engañarse a sí mismas con anzuelo, hilo de pescar y plomo.

En este nivel, la gente piensa y actúa como si su creencia equivocada fuera completamente cierta, ignorando por completo cualquier pista entrante de la realidad.

Este estudio muestra que para muchas personas, el autoengaño es pan comido.

Muchas personas no solo se mentirán felizmente a sí mismas si se les da una razón, sino que solo buscarán evidencia para respaldar su reconfortante autoengaño y luego creerán completamente las mentiras que se dicen a sí mismas.

Explica muchas cosas, ¿no crees?

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