Desindividualización en psicología: definición y ejemplos
La definición de desindividualización es cuando los aspectos de una situación hacen que las personas retrocedan en su sentido de sí mismos, lo que les permite cambiar su comportamiento.
La desindividualización en psicología es una de las razones por las que las personas se comportan de manera diferente en una multitud.
En las multitudes, las personas experimentan la desindividuación: una pérdida de autoconciencia.
Cuando ocurre la desindividuación, las personas pueden sentirse menos responsables y pueden volverse antisociales o incluso violentas.
Definición de desindividuación
El psicólogo Leon Festinger fue el primero en utilizar el término «desindividualización» en un artículo de 1952.
Festinger escribió que la desindividualización en un grupo o multitud conduce a un debilitamiento del comportamiento de las personas.
Las personas a menudo disfrutan estar en grupos que se desindividualizan a medida que pierden su sentido de sí mismos.
Ejemplos típicos de desindividuación:
- Cuando la gente baila en un club nocturno, se mueve y se comporta de una forma que nunca haría en otras situaciones.
- El efecto de desinhibición en línea hace que las personas se comporten de manera diferente cuando están en línea y cuando interactúan cara a cara.
- Las personas en las unidades militares se ven obligadas a comportarse de una manera que no se acepta en otros lugares.
Un ejemplo de un estudio de desindividuación
Los psicólogos han explorado la desindividuación de diversas formas.
Uno se refiere al contexto de la infidelidad y cómo se ve afectado por la desindividuación.
Las personas hacen trampa por todo tipo de razones y de muchas maneras (en el amor, en las finanzas y en el trabajo), pero los psicólogos sociales están especialmente interesados en los aspectos comunes de las situaciones en las que las personas hacen trampa.
Fue esta pregunta la que inspiró al profesor Ed Diener y sus colegas en la década de 1970 a realizar un estudio clásico de la psicología social de la honestidad infantil en Halloween.
¿Truco o trato?
En la noche de Halloween, Diener y sus colegas observaron 27 hogares en Seattle donde los niños iban a disfrutar de dulces (Diener et al., 1976).
Había dos tazones en la mesa justo afuera de la puerta, uno lleno de barras de chocolate, el otro lleno de monedas y monedas de cinco centavos.
Cuando los niños llegaron con sus disfraces, se les dijo que tomaran una barra de chocolate, pero que no tocaran el dinero.
Luego, la facilitadora les dijo a los niños que necesitaba regresar a sus estudios en otra habitación.
En realidad, sin embargo, estaba mirando por la mirilla para ver cuántos dulces y/o dinero se llevarían.
Pero esto no fue solo una prueba de la honestidad de los niños, fue una prueba de cómo varios factores situacionales influirían en lo que harían.
Antes de salir de la habitación, cada uno de los anfitriones de cada una de las casas creó una serie de condiciones experimentales diferentes.
Los tres factores principales que los experimentadores querían estudiar eran el impacto de estar en un grupo, el anonimato y el cambio de responsabilidad por cualquier fraude:
- Grupos: los niños llegaban naturalmente solos o en grupos (así que esta era solo una condición cuasi-experimental).
- Anonimato: a veces el facilitador preguntaba a los niños sus nombres y direcciones, a veces no.
- Cambio de responsabilidad: A veces se les decía a todos los niños que el niño más pequeño que el dueño pudiera ver era responsable si se tomaban dulces o dinero extra.
Durante la noche, 1352 niños ingresaron a 27 hogares en Seattle, algunos solos y otros en grupos, muchos emocionados con sus disfraces de Halloween.
En cada casa, el propietario, después de la manipulación experimental, salió de la habitación y observó a los niños, esperando cómo afectaría y cuánto afectaría el anonimato y el cambio de responsabilidad al engaño.
Anonimato y desindividualización
La buena noticia es que, en general, en todas las condiciones, alrededor de dos tercios de los niños fueron completamente honestos y no tomaron una sola barra de chocolate adicional ni tocaron centavos ni monedas de cinco centavos.
Pero las consecuencias del anonimato, estar en un grupo y cambiar la responsabilidad fueron dramáticas:
Como puede ver, cuando los niños vinieron solos y fueron identificados, solo el 8 por ciento fue engañado.
Sin embargo, cuando se reunían en grupo, eran anónimos y la responsabilidad de cualquier engaño se trasladaba al niño más pequeño, el nivel promedio de engaño saltaba al 80 por ciento.
Los resultados mostraron que cada uno de los factores no solo se sumaba, sino que interactuaba entre sí, induciendo a un porcentaje aún mayor de niños a hacer trampa.
Los investigadores descubrieron algunas sutilezas intrigantes adicionales a partir de los datos que recopilaron.
También estaban interesados en saber por qué los niños hacían trampa: ¿solo porque estaban en el grupo o también porque el líder hacía trampa y los demás copiaban?
Sus resultados mostraron que el efecto de modelado ocurrió porque en los grupos donde el primer niño hizo trampa, otros niños también tenían más probabilidades de hacer trampa.
4 predictores de hacer trampa
Este experimento es una poderosa demostración de desindividuación: cuando los aspectos de las situaciones hacen que las personas se sientan a sí mismas, incluidos sus códigos éticos y morales, retrocediendo y permitiéndoles ser influenciados fácilmente por las acciones de los demás.
La desindividuación puede ser, al menos en parte, responsable de la pereza social, la tendencia de las personas a relajarse cuando trabajan en grupo.
Pero la pereza social es la menor de las acusaciones contra la desindividualización.
Se ha culpado a este fenómeno de todo tipo de malestar social, especialmente el comportamiento antisocial y destructivo que a veces se observa en las multitudes (aunque según algunos estudiosos se exagera la explosividad de las multitudes, cf. 7 mitos de la psicología de masas).
Cualquiera que sea el juicio de desindividuación, este estudio clásico de psicología social nos brinda cuatro situaciones específicas en las que las personas son más propensas a hacer trampa:
- cuando en un grupo
- cuando es anónimo,
- cuando pueden copiar a alguien mas
- y cuándo la responsabilidad se puede transferir a otra persona.
También demuestra que estos factores pueden interactuar entre sí para facilitar aún más el fraude.
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