Ansiedad escolar: cómo manejarla
Ansiedad escolar. Los números, por desgracia, hablan por sí mismos: un grupo de estudiantes, entre el 28% y el 35%, dicen que no tienen ganas de estudiar y menos aún de ir a la escuela. Los sentimientos negativos sobre la enseñanza sólo refuerzan la sensación de rechazo e incomodidad hacia la educación. Entre ellos, sin embargo, hay que reconocer a aquellos chicos que, además de ser apáticos, tienen una verdadera ansiedad escolar. Se trata de un fenómeno muy extendido entre los jóvenes que se encuentran en vías terapéuticas para superar este miedo. Nace del miedo a ser juzgado negativamente por sus pares, pero también del terror al fracaso. Suele afectar a un importante grupo de edad que va de los 5 a los 15 años.
Cómo puede manifestarse la ansiedad escolar
A los padres a menudo les resulta difícil diferenciar entre un capricho y una verdadera condición de ansiedad escolar, incluso en la forma en que se manifiesta. Algunos estudiantes experimentan dolores de cabeza, dolores de estómago, llanto y temblores, sin mencionar la prolongada dificultad para descansar durante la noche. Sin embargo, en casos más agudos, también pueden producirse fiebre alta, vómitos y verdaderos ataques de pánico cuando se acercan a la entrada de la escuela. O incluso una crisis doméstica poco antes de ir a la escuela. ¿Pero por qué los jóvenes tienen una sensación tan profunda de ansiedad escolar?
- Los niños más pequeños tienen miedo de la separación de sus familias;
- Temen el acoso de sus compañeros de clase;
- Hay una sensación de miedo sobre un profesor en particular;
- Tienen miedo de no estar a la altura de las expectativas de sus padres, y experimentan las malas notas como un fracaso personal.
La preocupación y la aprehensión que se generan hacen que el niño tenga dificultades para comunicar lo que siente o percibe, especialmente en relación con el sufrimiento experimentado debido a la ansiedad escolar. El estudiante se volverá inseguro, irritable y requerirá un constante consuelo de los adultos, y específicamente de los padres. Juegan un papel fundamental para salir de este túnel.
Cómo escapar para estar protegido
Si un estudiante percibe que sufre de ansiedad escolar, o si es un padre el que lo nota observando el comportamiento de su hijo, será necesario considerar la terapia cognitivo-conductual. Se requerirá la colaboración de la familia, para involucrar a todo el núcleo para tranquilizar al estudiante. La idea es trabajar sobre los pensamientos irracionales, tratando de hacer que las creencias racionales sobresalgan durante un camino preciso.
Ayudará al estudiante a identificar y luego modificar los patrones tan severos que ha creado, actuando sobre su sentido de insuficiencia y vergüenza para evitar que siga viviendo la ansiedad escolar. Su viaje estará dirigido a comprender cómo manejar los momentos más nerviosos y preocupantes relacionados con circunstancias precisas, como preguntas o verificaciones.